jueves, 17 de junio de 2010

ENSAYOS "EL NITROGENO" DE RENE DE OBALDIA III

En los siguientes ensayos tratamos de construir un plano de acciones y movimientos que pudieran potenciar el texto… y fuimos buscando la forma que sirviese de canal para esa poética; para ese mundo que planteaba el autor. Y era a través de éste trabajo donde debían comenzar a surgir las asociaciones posibles que pudieran construir la imagen que potenciara el texto.

Esa era la idea pero acá hay algo en lo que me gustaría detenerme…

Ellos comenzaron a acostumbrarse a mis “marcaciones”. Esperaban pacientemente, que los “acomodara en el espacio”; “que les dirigiese la acción”. Obviamente que esto lo realizaban porque, de alguna manera yo había fallado al pretender estructurar las acciones de una manera tan exacta… O bien, porque les resultaba más seguro… Seguir los parámetros delineados por mí, o por lo menos en esto pensaba yo… Puesto que, estas “acciones” o, “movimientos”, que yo había propuesto como puntos de partidas, sobre los que ellos tenían que indagar y “abrir”, les habían resultado cómodos, y sobre ellos se habían acomodado.

Mi error, consistía quizás en no haberles dejado “zona de sombras” en las que pudieran abrirse. Mi actitud hacia ellos, y hacia el trabajo era “paternalista”… Naturalmente iban a equivocarse dado el momento de aprendizaje en el trabajo, el cual se encontraban. Pero, mi dirección iba en contra, de un proceso pedagógico… en el que ellos tenían que encontrar (guiados por mí ,y luego por su director de cátedra y docente a cargo) pero siendo conscientes de su poder de creadores sobre la escena… Las imágenes (sus imágenes) que instalaran “la verdad”, de aquello que debían “asentar” sobre la escena.

Yo tenía una mirada que me impresionaba de esa escena, y de ése mundo planteado por el autor, y que yo debía con esos actores “hacer carne” pero esas imágenes no llegaban a construirse totalmente, porque ellos también construían y se subordinaban a mis imágenes propias, y que les comunicaba para que “entendieran”. Cuando en realidad, nuestro trabajo debía ser “compartir” asociaciones. Ellos debían a partir de mis propuestas… seguir generando imágenes, que comenzaran a ser capital de la obra.

Este pensamiento me perturbó al volver a casa… Me quedé pensando si la causa de que la obra no terminase de vivir era esta. Pero comencé a recordar que mi trabajo con ellos no había comenzado con la marcación ni mucho menos… De hecho, jamás había sido esa mi intención. Yo- pensaba- hubiera preferido potenciarme de sus visiones, y abrirme con ellos hacia un mismo terreno que nos encontrara a actores, dramaturgos,
y directores en un mismo espacio; la obra.

Naturalmente… pensaba que mi trabajo consistía en “guiar y ordenar” sus propuestas, y no, delimitarlas. Pero esto no había sido posible…

Era otra nuestra realidad. Nosotros debíamos en un tiempo acotado “mostrar” este trabajo, y mostrarlo era también mostrar ahí donde estaban… Y estaban, a decir verdad, en el medio de un aprendizaje.

Recordé la primera entrevista que tuvimos en la cual ellos me mostraron lo que habían trabajado sobre la obra; lo que habían visto; pasaron la obra para mi.

Entonces recordé que luego de esa primeriza pasada, al comienzo de nuestros ensayos, yo había dejado esas zonas de sombra en la que pudieran expandirse pero, al notar incluso, que ellos mismos se repetían y se copiaban a a si mismos, las marcas realizadas por ellos; es decir el modo en el que organizaban (y desorganizaban la acción)… También estaba vacía, también era carente de verdad sumando a esto, el desconocimiento de los elementos del teatro del absurdo, y las herramientas expresionistas que podían potenciar desde lo formal a la puesta en escena de la obra, que no era necesario que conociesen a fondo (tarea que me correspondía) pero
sin que entrevieran desde la acción su funcionamiento.

De a poco, comencé a descartar en mi pensamiento (Ya que aún no he vuelto a verlos) la idea de que fuera la marcación el problema. La marcación sólo era el terreno donde yo me había propuesto asentarlos para poder observarlos mejor.

Comencé a entender, según lo que llegaba a analizar. Que con marcaciones o sin ellas; con lugares de sombra o sin los mismo, esos actores estudiantes necesitaban herramientas y no sólo herramientas técnicas sino, un mayor desarrollo y entrenamiento de las facultades creativas, y un mayor contacto y fidelidad con las mismas, y con sus reacciones impresiones sobre las mismas. De manera que el cuerpo, se dejase impresionar por las imágenes y propusiera, ayudado también por una comprensión mayor, no sólo lógico del texto escénico sino también, una mayor comprensión emocional con el mundo que debían explorar.

Entonces ahí deduzco, quizás podría existir (solo quizás) acción verdadera, desorganizada, pero personal… Y era esto lo que tenían que “mostrar” en esa muestra…

Cuan cerca estaban de poder comprender este problema y trabajar sobre el mismo.

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