domingo, 10 de febrero de 2013

ESBOZO DE UN PERSONAJE POSIBLE

Escribo obras. Obras de Teatro. A veces, salen a la luz (Muy pocas) Escribo obras Incompletas.Imagino escenas. Escribo obras que nunca haré.Ni como actor, ni como director, ni como nada. Sólo las imagino sin pensar en llevarlas a escena. Sin pensar en completar su funciòn espectacular. Historias que no serán escuchadas por otros. Obras que son fragmentos de imágenes a las que necesito darles forma con palabras, sacarlas para afuera, ponerlas en un papel sin pretensiòn de continuidad, ni de fin. POrque a veces, con imaginarlas alcanza. "Quizás es cobardìa" Pienso. Ver la realidad chata de la vigilia sostenida de procesos, con sus tiempos, sus agentes, sus intermediarios, su entorno "real", sus participantes... Todo eso, me dá paja, me dá vagancia, también. Me dá terror la fantasía venida a menos... Ahí esa obra, ese universo que alguna vez fue grandilocuente en mi imaginación, en una sala, en una de tantas, tratando de sobrevivir, buscando su publico, llevando amigos, ofreciendo 2 por 1... Imperfecta. Con algunos "buenos momentos" pero nunca perfectos. Pienso que el pensamiento es a veces, el refugio de los cobardes, el placer de los perezosos y la imaginación, la redención posible. Escribo obras. Divago personajes. Hipótesis. Lo que hace todo el mundo mientras viaja en colectivo pero relacionado quizás a su cotidianeidad, a su día a día. Yo también lo hago y cada tanto, lo escribo... Pero no imaginando mi vida. Imaginando la de otros. En un colectivo cualquiera a las 10 de la mañana bien podrìa uno, vislumbrar tras las miradas quienes están imaginando y creando sobre su vida, proyectando, hacia atrtás o hacia... no importa pero, sobre su vida, y quienes dando vueltas por historias que no les perteneces, ni les pertenecerán. Yo escribo. Otros dibujan. Otros hacen, otro silban como los pàjaros. Yo escribo sobre personajes o historias que no se saben para ningún publico. Personajes que quizás nunca tendrán cuerpo. Los hago existir para después dejarlos flotando... ahí, en mí. Salvándo o castigándome. El siguiente fue un esbozo de algún personaje que escribí hace algún tiempo. Y al releerlo pienso si los personajes y las obras no serán tan hijos de puta que de una manera u otra se las ingenian para cobrar vida, en obras para las que nos los pensamos, en actuaciones a las cuales nos los invitamos... Porque cuando una historia tiene que nacer, sale como un disparo por la culata que se mete de lleno y sin aviso... Y mejor que así lo haga. Porque hay personajes e imágenes tan omnipotentes que hasta se vuelven cuerpo de la propia vida... hay que tenerles cuidado a estos bichos. O los tenés en el papel para visitarlos cada tanto, y tratar de tenerlos cortitos (cosa dificil)o salen de paseo para resfregarte sobre la cara quien necesita de quién.Y están adentro los muy monstruos.. esperando la oportunidad para salir. Para que te creas que sos vos el que decide. Pero es sabido que lo que se crea... ya existe.

A éste personaje lo encontré en un una nota de esas revistas de moda. Lo detesté. Me pareció vil, frívolo, e impune. Temí alguna vez parecerme a él; no por sus características particulares sino, por algo, algo que no sé bien y quise escribirlo para exorcisarlo y quizás controlar el miedo ante la posibilidad del reflejo. Los personajes má detetables suelen a veces, ser muy seductores para lgunos actores... desean ponérselos en el cuerpo para verlo, y tenerlos a alcance de la mano. Algún día, el fantasma de personaje se hará visible en mí, que sea en la actuación.. y ahí tangible, rebelado... podré asesinarlo, sacrificar lo que de detestable y similar a él pueda habe en mí.

Le puse un nombre; un nombre tan pomposo como ridículo Pedro Mendoza Uribelarrea

Es un Joven de unos 30 años, muy bien cuidado, elegante, pertenciente a una familia de clase alta venida a menos. Nació en provincia de Buenos Aires en Dolores, su bisabuela Ana Clara Anchorena De Uribelarrea fue la gran propietaria de la estancia “Santa Clara”. Donde se criaban miles de ovejas Lincoln, vacas Durham y holandesas y yeguarizos de las razas Suffolk-Punch y Anglo-Normanda. Su infancia se sucedió en este paisaje bajo una estricta educación bilingüe. Y de esas tardes él recuerda el amor a la naturaleza, a la tierra trabajada por otros, a hacer patria cultivando el trabajo… el gusto a la leche recién ordeñada. Su abuelo, le enseña del quehacer del campo, del dominio del peón, el oficio del buen estanciero, el productor rural que hace nacer y cuida el oro de la tierra, en la pugna por las economías regionales. Su padre; el hijo mayor de la familia Uribelarrea, es traicionado por su hermano menor en una estrategia deshonesta en los últimos días de vida de sus padres, y es acusado de estafa y, hereda apenas una magra fortuna que le permite mudarse con su familia a la provincia de Bell Ville e invertir malamente en la arriesgada empresa de una fábrica de pelotas de futbol sin tiento. A pesar de este fracaso económico los Uribelarrea cuentan con buenos contactos y cierto prestigio que les permite ir sorteando las dificultades y los avatares de la suerte a costa de deudas que el padre oculta a su familia quienes siguen ingenuos dándose la gran vida de patricios porteños., y Bruno asistiendo Al Instituto Nuestra señora del huerto. A los 17 años, la quiebra es inevitable, y los Uribelarrea deben vender la casa. Bruno, único hijo, comienza a trabajar en el banco de la ciudad como cadete administrativo lo que le permite ir aprendiendo y degustando los funcionamientos del capital. En la escuela comienza a experimentar el sabor de la usura y brinda préstamos a sus compañeros, con intereses de alto costo moral. Y a los morosos canallas lo hace apedrar por amigos pagos. Entre sus hitos más rutilantes se encuentra el haber conseguido que la novia del Marco Funes, le fuera entregada por el mismo Funes en mano para que él le hiciera “lo que quiera” en el baile de los carnavales. Cualquier cosa menos la paliza. Bruno disfrutaba de la seguridad que brinda el poder ganado con astucia. Y con el paso del tiempo cada vez veía más en su padre a un fracasado que había perdido el reino y la estirpe que estaba en la sangre. Esto naturalmente acrecentaba las discusiones y desobediencias que no hacían otra cosa que hacer más ruin y lastimoso a su padre, quien cada vez con más frecuencia se quedaba horas en el almacen del pueblo emobrranchandosé y apostándole a los equipos de futbol de la ciudad. Una noche fue el mismo Bruno quien tuvo que pagar las deudas del padre y sacarlo echo una piltrafa del lugar. Lo arrojó en la cama, le dijo asqueado que “vergüenza ser hijo suyo, lástima me dá” Y desapreció de la ciudad. El padre al poco tiempo fallece y Bruno quien siempre se mantuvo en contacto con su madre, recupera los vínculos perdidos con la familia primogenia, la cual le ofrece una vieja casona en San Isidro, Buenos Aires para tranquilidad de la madre por el sufrimiento sufrido a causa del mal marido, que fue horror y vergüenza de los Uribelarrea. Ya en Buenos Aires, Bruno a los 17 años transita y divaga por distintas experiencias.

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