domingo, 3 de marzo de 2013

GONZALEZ, LAS GALAXIAS, Y EL TIEMPO.

GONZALEZ, LAS GALAXIAS, Y EL TIEMPO. En medio del escenario un sillón, la luz ilumina el rostro de un hombre inmóvil. Él comienza a mover los labios como estuviera hablando, la luz lo ilumina todo y luego el resto del escenario aunque sin mucha intensidad. Cuando la luz se vuelve casi normal, su voz se vuelve súbitamente audible y dice: MARIANO: No sé, era…era…rara. No era ni rubia no morocha, ni baja ni alta, linda no diría, pero fea tampoco. Esa mañana sus ojos, que siempre habían parecido… claros estaban distintos. TERAPEUTA: ¿Distintos? ¿Cómo podría explicar eso? MARIANO: Sí, sí (mirando para arriba como intentando explicar lo que quería) estábamos de vacaciones pero nos habíamos ido sin tener la idea de “irnos. O sea, nos fuimos, por costumbre, por hábito… que sé yo. Porque eso se hace cuando termina el año. No teníamos un mago. Lo recuerdo perfectamente, Villa Gesell. Hacía calor, bastante. Me levanté y Vilma ya tenía el desayuno listo. TERAPEUTA: ¿Distintos? MARIANO: Sí. No me sorprendió, ella era más madrugadora q yo. Pero algo me llamó la atención. No sé explicarlo. Sus ojos…Me miraba como desde otro lugar, como… con culpa. TERAPEUTA: ¿Culpa de qué? Descríbalo Sr. Gonzalez. MARIANO: Claro… Yo estaba acá, sentado, somnoliento aún, ni me había lavado los dientes. Ella ya estaba vestida, bañada… Siempre se bañaba después de que hacíamos el amor. A veces llegué a pensar que le daba asco acostarse conmigo. Bueno, ahì estabA ella; salida de la ducha,, maquillada, tenía un café con leche y unas tostadas listas, blanquitas, como me gustan a mí. Trajo la bandeja y me preguntó cómo había dormido (Tuerce la cara) pero sus ojos decían otra cosa. TERAPEUTA: Mmmm. Ajá! MARIANO: Claro y yo la miré raro, ella me miraba raro, me sirvió la leche en el café y… (Como si no supiera, O no se animara a seguir) TERAPEUTA: Continúe. MARIANO: (Después de unos segundo) Miedo. TERAPEUTA: ¿Miedo? MARIANO: Era seguramente idea mía, pero ella había cambiado, desde…desde la muerte de Tomás. TERAPEUTA: Tomás, quién es Tomás? MARIANO: Su primo, ocurrió un mes antes de las vacaciones, a fines de noviembre o algo así. TERAPEUTA: ¿Eran cercanos? ¿Qué tipo de vínculo tenían ellos? MARIANO: (Encogiéndose de hombros) Y... Amigos. Muy amigos. Lo normal. Se veían cada tanto. Los lunes cuando salían de trabajar, él la traía a casa, y quizás los sábados se juntaban alguna vez a hablar de algún trabajo…Lo normal... Bueno, a veces también los viernes… y los jueves… Se querían muy cariñosos... Bah se los veìa muy afectivos. (Encogiéndose nuevamente de hombros).Quizás yo soy muy frìo, muy poco demostrativo… TERAPEUTA: Entiendo… MARIANO: (Mariano mira hacia un costado de donde se supone proviene la voz y la mira sin entender) No entiendo... ¿Qué entiende doctora? TERAPEUTA: Lo que me dice... entiendo que alguna vez se imaginó siendo una pequeña estrellita perdida en la galaxia ¿Le gustan las galaxias… La guerra de las galaxias? MARIANO: ¿Qué? (A medida que empieza a entrar en el juego de responder automáticamente, él se vuelve distinto, distante, mira paulatinamente con mayor curiosidad el ambiente como si de a poco se empezara a formar y deformar imágenes a su alrededor). TERAPEUTA: ¿Usted era su pequeño Jedy, verdad? Pero ella cayó bajo la fuerzas del mal… MARIANO: ¿Perdón? TERAPEUTA: Conteste Gonzáles. MARIANO: No, no… que yo sepa. Mi suegra, a veces era complicada pero tampoco para decir… “mala” TERAPEUTA: ¿Practicó alguna vez la posición del Skywoker? MARIANO: ¿Ella o yo? TERAPEUTA: ¿Arriba abajo? MARIANO: Ehhh… Arriba… ella. TERAPEUTA: Violetas o jazmines. MARIANO: Jazmines. TERAPEUTA: ¿Sabe hacer asados y/o cambiar lamparitas? MARIANO: Asados…me defiendo. Lamparitas, no. TERAPEUTA: Ajá! Pinamar o Mar de Ajó? MARIANO: No le gustaba el mar. TERAPEUTA: ¿Y a usted? MARIANO: Tampoco TERAPEUTA: ¿S de Sandía o M, de Melón? (La voz parece un poco más lejana. Las luces se hacen más tenues) MARIANO: S, de sirviente. TERAPEUTA: (La voz se escucha como desde lejos) ¿5 o 7? (Se oscurece un poco más el entorno) MARIANO: (Ya no parece interesado en las preguntas ni en la respuesta, responde por responder) Siete. Se escucha el sonido del viento y la interferencia. Mariano ya no está en su sesión. Se levanta y se anima, con miedo y sorpresa, a dar unos pasos, su rostro refleja el mirar y no ver, el no entender y el que tampoco importe demasiado. Va hacia la izquierda, levanta una colcha, toca una almohada que allí estaban, como si las conociera y a la vez no. Se escucha una voz femenina. VIVIAN: ¿Marian? (La voz al principio es lejana) Él se asusta y deja caer los objetos. Se da vuelta, como si no lo pudiera creer. VIVIAN: ¡Mariano! Comienza a buscarla. VIVIAN: ¡Mariano! Mariano! ¿Dónde estas; Gordo? MARIANO: (Temeroso) ¿Vilma? (No obtiene respuesta y vuelve a preguntar con más fuerza) ¿Vilma? VILMA: Dale, levantate Gordo que ya está listo el desayuno. MARIANO: ¿Desayuno? Vilma? (Cansado de buscarla en vano, se sienta en el sillón donde antes estaba) No entiendo! (Se toma la cabeza entre las manos y así queda) (Por la derecha entra Tánatos vestido de buzo, con patas de rana, mochila con tubos y snorkel y por la izquierda Eros vestido de conejo y lo comienzan a rodear, le hacen piruetas alrededor) EROS: Es mío!!! (Gruñe). El la ama. TANATOS: Déjalo!!! (debe ser más suave). EROS: ¡¡Yo soy su dueña!!! Él aún la ama!!! (Es agresiva, exige) Decile que la amas, decile que la amas (le habla a Mariano quien seguía con la cabeza entre las manos y al escuchar la orden levanta la cabeza y con tristeza responde pero no es su voz –mueve los labio y se escucha un “Te amo”. Baja la cabeza y la vuelve a esconder entre las manos). TANATOS: Mariano sabe la verdad. Él no la ama, la idealiza. (Le habla a él) Sabés que se fue, que no está, dejala ir. (Mariano levanta la cabeza y con tristeza responde pero no es su voz –mueve los labios y se escucha un “Dejala ir”. Baja la cabeza y la vuelve a esconder entre las manos). (Detrás de Mariano Eros y Tánatos entablan un duelo. Vilma entra con una bandeja con tazas y unas tostadas) VILMA: Por fin te lavantaste Gordo. (Él la mira desconcertado) ¿Cómo dormiste? MARIANO: ¿Vilma? (alarga la mano como para tocarla pero no la alcanza. Ella parece no escuchar su pregunta, sigue disponiendo la mesa del desayuno lentamente) MARIANO: (Resignado responde) Bien, dormí bien. VIVIAN: (Levanta la cabeza por primera vez de la mesa y lo mira, sus miradas se encuentran por dos segundos) Yo no. (vuelve a ocuparse de lo suyo) MARIANO: Por qué me mirás así? Tus ojos? (Pone la cabeza entre las manos nuevamente) Tánatos que había conseguido detener temporalmente a Eros le dice al oído izquierdo con dulzura acariciándole la cabeza con ternura TANATOS: No está, ya no, dejala ir. MARIANO: (Levanta el rostro angustiado) Vilma? Vilma? VIVIAN: ¿Sí? (Le toca el rostro con ternura) Es Eros ahora quien ha dejado tendida en el suelo a Tánatos y le dice al oído derecho con fuerza. EROS: Soy tu dueño. Ella está, es lo que querías, está aquí, quedate. VIVIAN: Quédate (Repite ella acariciándolo) Él mira confuso, la luz general se va apagando y se centra ahora en su rostro angustiado. En ese interín Vilma, Eros y Tánatos deben desaparecer. TERAPEUTA: ¿Sr Gónzalez? (Se escucha la voz lejana) MARIANO: ¿Vilma? TERAPEUTA: Sr González? (La voz es ahora más cercana y exigente. Él no responde) TERAPEUTA: ¡¡Mariano!!! Él sale como de un sueño las luces vuelven a iluminarlo todo como al principio. TERAPEUTA: ¡Mariano! Dónde está? La mira, ella está a su lado ahora, la mira larga y profundamente y le dice: MARIANO: Se murió Dra. Vilma se murió (Debe notarse el dolor profundo mezclado con la sensación de descubrimiento) Dra…se murió y no va a volver. TERAPEUTA: Sí, Mariano…hace dos años venimos trabajando sobre esto. Debe dejarla ir…y este es el momento.

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